Me había
enrollado hasta el punto de volver al inicio...
Había hecho
vueltas y nudos
los lazos que
atan los caballos
que fulgurosos e
incesantes
dirigen este etéreo
carruaje
Mis propios
pasajeros se han sobresaltado
y mis bestias no
responden
Las fuerzas de
las ruedas se han quebrantado
y ahora solo el
instinto animal
sabe a dónde
iremos a terminar.
El vehículo que
dirigí tantos años tan diestramente
ahora ha tomado
su propia voluntad
y se dirige sin
reparos
al lugar donde
volví
de ahí donde
salí...
Puedo romper la
salvaje relación que tengo con mis verdugos
a través de estas
vigorosas cuerdas,
pero nunca se
romperá
el instinto que
me compartieron
y a causa de
estas mismas me hicieron aprender.
El maestro conoce
a su discípulo
así como el
cuerpo humano conoce sus propios órganos.
Crecí y crecimos
a la par
en una oscura
relación dividida
a ratos ellos, a
ratos yo.